AEPAE colabora con la publicación digital de SAE (Sindicato de Técnicos de Enfermería) aportando datos, consejos e información sobre el acoso escolar (bullying) en España. Por su interés, reproducimos su artículo a continuación.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la ONG Bullying Sin Fronteras, el acoso escolar “es toda forma de intimidación o agresión física, psicológica o sexual contra una persona en edad escolar en forma reiterada de manera tal que causa daño, temor y/o tristeza en la víctima o en un grupo de víctimas”. Los últimos datos aportados por la Organización Mundial de la Salud y la ONG, arrojan que el bullying se cobra al año alrededor de 200.000 suicidios de jóvenes de entre 14 y 28 años; en Europa hasta 24 millones de niños y jóvenes son víctimas de acoso y maltrato por bullying al año; en España, entre enero de 2021 y febrero de 2022, se detectaron 11.229 casos graves de bullying, y el suicidio en nuestro país es la principal causa de muerte por causas externas en menores de edad -en 2020 se suicidaron en España 61 menores de edad-.
El acoso ha crecido en la mayoría de centros de primaria y secundaria de nuestro país con maltratos más virulentos, intensos y agresivos.
A los diferentes tipos de bullying más conocidos -agresiones físicas directas, agresiones verbales directas, o agresiones indirectas, como la difusión de rumores o la persuasión a terceros para que hagan el vacío a la víctima-, se ha sumado en los últimos años el acoso a través de las redes sociales.
Según Unicef, uno de cada cinco niños y una de cada siete niñas de entre 12 y 16 años están implicados en algún caso de ciberacoso. Un estudio de Microsoft de 2012 ya arrojó que un 37% de los jóvenes españoles sufría ciberacoso: un 17% admitió recibir un trato poco amistoso, un 13% confirmó ser objeto de burlas y un 19% ser insultado. Sin embargo, solo el 23% de las escuelas tiene un plan de acción contra el ciberacoso y únicamente el 37% imparte algún tipo de orientación preventiva.
Protocolos ineficaces
El Ministerio cuenta con un Real Decreto desde 2007 (modificado en 2018), que crea el Observatorio Estatal de la Convivencia Escolar para garantizar un clima de convivencia escolar adecuado: “Uno de los grandes retos a los que se enfrenta la sociedad es el de la erradicación del acoso escolar. Lograr este objetivo exige que las autoridades educativas, los docentes, las familias, los alumnos y toda la sociedad en su conjunto asuman este fenómeno como propio y adopten una serie de medidas y acciones no sólo correctivas, sino también preventivas. Así se establece en el artículo 124.1 de la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación. Los centros elaborarán un plan de convivencia que incorporarán a la programación general anual y que recogerá todas las actividades que se programen con el fin de fomentar un buen clima de convivencia dentro del centro escolar, la concreción de los derechos y deberes de los alumnos y alumnas y las medidas correctoras aplicables en caso de su incumplimiento con arreglo a la normativa vigente, tomando en consideración la situación y condiciones personales de los alumnos y alumnas, y la realización de actuaciones para la resolución pacífica de conflictos con especial atención a las actuaciones de prevención de la violencia de género, igualdad y no discriminación”.
No obstante, no parece que realmente se esté abordando el problema de forma adecuada si echamos un vistazo a las cifras actuales.
La Asociación Española para la Prevención del Acoso Escolar (AEPAE) creó en 2015 el Plan Nacional para la Prevención del Acoso Escolar; desde entonces, el plan, bajo demanda de las AMPAS, las concejalías, los consejos escolares…, se ha aplicado en 50 colegios y a 25.000 estudiantes, lo que ha reducido la incidencia general de acoso en un 50% y en un 95% la de víctimas severas.
Sin embargo, y a pesar de los buenos resultados demostrados, el Gobierno, según nos explica Enrique Pérez-Carrillo de la Cueva, presidente de AEPAE, “no nos tiene en cuenta y sigue manteniendo unas estructuras y metodologías que no funcionan. Somos referencia nacional e internacional en prevención e intervención ante el acoso escolar, pero a pesar de eso no se nos tiene en cuenta. No es el caso de las empresas y ONGs, que acuden a nosotros cuando quieren hacer una campaña. Hemos hecho más campañas de prevención y sensibilización que el gobierno central y los autonómicos con cero euros y tenemos convenios de colaboración con siete universidades, con Cruz Roja Española, y multitud de empresas y asociaciones, pero no se nos tiene en cuenta desde lo público, a pesar de que hemos demostrado tener soluciones reales, operativas y prácticas”.
Los problemas que existen en torno a los protocolos oficiales actuales radican en que solo se aplican cuando se ha producido un caso de acoso, por lo que no son preventivos; además, generan una gran cantidad de burocracia, cuando lo ideal es que estos casos se tramiten de manera rápida y eficiente, y son muy genéricos, convirtiéndolos en un mero trámite administrativo; y, finalmente, ni el personal ni los recursos con que cuentan los colegios son suficientes para abordar el problema.
Mayor sensibilización
El acoso escolar genera en la víctima problemas psicológicos (baja autoestima, ira, tristeza, ansiedad, depresión e, incluso, ideación suicida), una vida social pobre (cambios de comportamiento, aversión hacia el entorno social, soledad, aislamiento, ausentismo escolar…), y malestar físico (trastornos físicos evidentes y enfermedades diagnosticables reales).
Por todo ello, desde SAE queremos concienciar a la población sobre esta lacra social, que nos afecta a todos, no solo a los menores, y lo hacemos teniendo en cuenta las recomendaciones apuntadas por AEPAE para las familias (observar posibles señales, crear un clima de confianza, poner límites a su comportamiento, asignarle tareas para que adquiriera responsabilidad y autoestima, enseñarle a mostrar sus sentimientos sin temor y a expresarse de una manera asertiva, o educarle en valores de respeto, empatía y diversidad); para los alumnos (no tener miedo a expresar los sentimientos, no permitir el maltrato de ninguna de las formas posibles, o no recurrir a la violencia); y para los colegios (observar de manera permanente posibles señales, fomentar el trabajo en equipo, cultivar la inteligencia emocional y las habilidades sociales, enseñar pautas de resolución de conflictos de manera pacífica…).
Dotar a los menores de confianza es fundamental para que puedan comunicar al adulto, familiar o profesor, la situación de acoso sin tener miedo a las consecuencias.