Otro video viral más. Otro menor humillado en un episodio más de su calvario. Más de cuatro años sufriendo maltrato reiterado en su colegio. Una noticia más para que -desde la hipocresía de la sociedad- nos rasguemos las vestiduras. Otra noticia más, olvidada por los medios de comunicación hasta que se produzca alguna similar, o hasta que llegue el día mundial contra el acoso escolar y lo políticamente correcto sea hablar de la forma de violencia más común en la infancia y la adolescencia. Y una frase como un puñal, desde un corazón roto y un alma partida: “esta vida es una mierda y no quiero vivir más”.

Izan llevó al campamento de verano de su colegio habitual una tarta el día de su cumpleaños. Tan solo quería compartirla con sus compañeros y compañeras. Sentirse aceptado y querido. Uno más entre sus iguales. Pero ocurrió lo que era habitual en su vida como víctima. Le cantaron una canción de cumpleaños, pero no era cumpleaños feliz, sino “mierda gordo pa’ ti”. Izan aguantó estoicamente, sentado y paralizado frente al grupo de acosadores.

Según un reciente informe de la ONU, el acoso escolar se cobra 200.000 suicidios al año en el mundo. En Europa, según denuncia la ONG Bulying sin fronteras, 24 millones de niños, niñas y adolescentes sufren acoso escolar. En España, el acoso escolar ha crecido en la mayoría de centros de primaria y secundaria, con tendencia a maltratos más virulentos, intensos y agresivos.

Suicidios como el de Jokin, Diego, Arancha, Lucía o Kira, son una pequeña muestra del sufrimiento insoportable que padecen miles de niños en nuestro país, con un sistema educativo que se protege a sí mismo para no reconocer su responsabilidad. El sistema miente y falla, con el resultado de ser un fraude institucionalizado. Pero no olvidemos que detrás del sistema hay personas con nombres y apellidos, con responsabilidad y capacidad decisoria: desde el ministerio de educación hasta inspección educativa, pasando por los servicios de orientación y, por supuesto, por las familias.

La primera mentira es la manipulación de la incidencia: mientras que los estudios realizados en los últimos años por organismos especializados: ONGs, fundaciones y asociaciones, confirman una incidencia que oscila entre un 9% y un 33%, (entre medio millón y 3 millones de escolares) ¿cómo es posible que desde los estamentos públicos se hable de solo decenas de casos confirmados en cada comunidad autónoma?

La segunda mentira es que los planes de convivencia y los protocolos funcionan. Un plan de convivencia es meramente una serie de recomendaciones para propiciar un clima de convivencia positivo en el aula y en el centro escolar. Es genérico, y no aborda el acoso escolar como un problema prioritario. Los protocolos, por su parte, sirven en última instancia como registro administrativo de las distintas actuaciones llevadas a cabo por el centro escolar. Solo se abren ante la insistencia hercúlea de las familias con la aportación de pruebas documentales contundentes. De los pocos que llegan efectivamente a abrirse, la gran mayoría son desestimados, ya que llegan sesgados y minimizados, al ser el centro escolar juez y parte del proceso. La solución que adoptan la mayoría de las familias que se lo pueden permitir es el cambio de centro.

La tercera mentira es que se atienda a las víctimas, como señala el protocolo. Las víctimas en el ámbito educativo son consideradas muchas veces como exageradas, mentirosas o propiciadoras del acoso (por ser tímidas, no tener los mismos gustos del resto, por no integrarse, por ser raras). No se las protege y, la mayoría de las veces, sufren acoso escolar por muchos meses e incluso años.

Desde el ámbito sanitario la articulación de recursos deja mucho que desear: pediatría, salud mental y servicios sociales necesitan de unos protocolos precisos y mayores recursos. Por poner un ejemplo, si de pediatría se deriva a salud mental a la víctima, pueden pasar tres meses hasta la primera consulta, que será en el mejor de los casos de periodicidad mensual, estando abocadas la mayoría de las familias -las que se lo pueden permitir- a acudir a consultas privadas de psicología e incluso psiquiatría.

La cuarta mentira es que se reeduque al victimario, como obliga el protocolo, cuando en 9 de cada 10 casos, el acoso escolar queda impune y el recurso empleado en los casos más graves es la expulsión del centro, que es una sanción punitiva que no funciona y tiene muy poco de reeducativa, por no decir nada.

La quinta mentira es que las familias puedan ejercer su legítimo derecho de denunciar la situación fuera del ámbito educativo al comprobar que su hijo o hija sigue sufriendo maltrato reiterado y se encuentran indefensos. El centro escolar oculta los datos amparados en el propio protocolo, que dice que debe ser confidencial y, en consecuencia, las familias tienen dificultades al ejercer la denuncia por vía civil o penal. O meramente comprobar que el centro ha aportado en el protocolo toda la información documental adjuntada, y que la cronología de los hechos es veraz, y no está minimizada o manipulada.

Es un mal diagnóstico sin ninguna duda. Si nada cambia, seguiremos cosechando el mismo dolor y la misma hipocresía. Habrá otro vídeo viral, otro suicidio, y volveremos a hablar de ello. Seremos cómplices, sabiendo lo que está ocurriendo, y no haciendo cambios profundos y valientes. AEPAE ha analizado la situación con la experiencia de 15 años, habiendo atendido a más de 4.000 víctimas severas. Conocemos la situación y tenemos soluciones reales, prácticas y operativas.

Desde AEPAE, asociación pionera en el ámbito del acoso escolar y referencia nacional e internacional en prevención e intervención ante el acoso escolar, fundadora del Plan Nacional para la Prevención del Acoso Escolar, solicitamos un cambio de paradigma y nos ponemos a disposición del Ministerio de Educación. Hemos desarrollado una metodología integral y unos equipos docentes especializados para implementar el Plan Nacional para la Prevención del Acoso Escolar, que ya hemos aplicado en más de 50 colegios y a más de 25.000 escolares, habiendo reducido el 50% la incidencia general de acoso escolar en los centros escolares, y el 95% la incidencia de víctimas severas.

El acoso escolar mata. Pongámonos a trabajar o sigamos lamentándolo.

Enrique Pérez-Carrillo de la Cueva
Presidente de AEPAE

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