Llegamos al último día del campamento. Día de reencuentros con las familias y de despedidas.
El día comenzó con la llegada de Cristina, de la delegación de Murcia, que realizó un taller denominado “Proyecto de vida”, con actividades encaminadas a tomar conciencia de lo acontecido durante la semana. Ordenar de manera transversal la información y las experiencias, para proyectarlas hacia el futuro. Un futuro incierto, pero a partir de ahora más amable y más seguro. Cristina les transmitió el mensaje de que eran los capitanes de su destino y que podían y debían luchar por conseguir sus sueños, fuesen los que fuesen. Los niños nos transmitieron sus vivencias y sus deseos, con entusiasmo, denotando que ahora realmente sienten que pueden conseguirlos.
Llegó la hora de la comida y la preparación de la ceremonia de despedida. Los niños subieron a sus habitaciones a recoger su ropa y sus pertenencias y bajar las maletas al salón principal, donde se celebraría la ceremonia.
Los padres y las madres fueron llegando y se fueron acomodando en el salón. Hablando con ellos nos transmitieron que veían un brillo especial en la mirada de sus hijos y de sus hijas. El brillo de la ilusión y la confianza.
La ceremonia dio comienzo. Pacheco como maestro de ceremonias. Dije unas palabras a las familias, como presidente de AEPAE y como director del campamento. Les resumí lo acontecido en el campamento y algunas anécdotas que definen la extraordinaria experiencia que hemos vivido.
Pacheco iba nombrando uno a uno a todos los participantes, con música épica de fondo. “Por su valentía” … y después por la cualidad más destacable que habían mostrado en el campamento. Les entregaba el diploma y le imponía la chapa de Erik, el erizo mascota de AEPAE. Después cada niño decía unas palabras. Qué habían aprendido en el campamento y cómo había sido su experiencia. Palabras emotivas y puras salidas del corazón encendido de cada uno de ellos y de ellas. Cuando terminaban de hablar, salía su familia y decían unas palabras de apoyo y reconocimiento hacia su hijo.
Todo fue extraordinario. Quiero destacar lo acontecido con Óscar, según todos los monitores, el que más ha aprovechado el campamento. Llegó cabizbajo, encorvado y huidizo, como si la tierra le llamase. Salió del campamento erguido y con la mirada hacia el cielo. Lleno de ilusión y confianza. Cuando habló al público, lo hizo con una seguridad espléndida. Le animé a hacer un burpee, ejercicio físico que combina un salto con una caída en cuclillas y plancha para realizar una flexión de brazos. No dudó ni un segundo en hacerlo, y recibió un aplauso unánime y emocionante. Cuando salió su familia, ocurrió algo que define a Óscar y que define al campamento. Su madre se emocionó al hablar de él y le salieron unas lágrimas. Óscar le puso la mano en el hombro y le dijo con tranquilidad: “mamá respira”.
“Generando Confianza”, nuestro lema. Nueve niños y dos niñas de edades comprendidas entre los siete y los catorce años, que habían sido víctimas de acoso escolar y que necesitaban ayuda para volver a sonreír. Y vaya si lo han conseguido. Han reído, han llorado, se han divertido y han tenido experiencias vitales que les han hecho más fuertes y más valientes, pero sobre todo han vuelto a confiar en sí mismos y en la vida.
AEPAE ha cumplido su objetivo y ha recibido su recompensa que no es otra que contribuir a mejorar la sociedad. A propiciar que estos niños tan especiales no sean maltratados por su singularidad. Y sobre todo animarlos y empoderarlos para ser cómo son y cómo quieren llegar a ser. Que transmitan los valores que podemos resumir en estas tres cualidades: inteligencia, corazón y valentía.
Enrique Pérez-Carrillo de la Cueva
Presidente de AEPAE