Tras los primeros días, más dedicados a conocernos (a nosotros mismos y unos a otros) y a obtener herramientas y conocimientos útiles para la supervivencia, llega el momento de comenzar el trabajo terapéutico de AEPAE.
Este día lo dedicamos a la asertividad, y para muchos será su primera toma de contacto con esta actitud ante la vida, que es la que recomendamos tanto para niños como para adultos. Una forma de comportarse según el término medio aristotélico virtuoso entre la agresividad y la pasividad.
La noche anterior, en la que algunos alumnos y monitores decidimos dormir al aire libre en nuestros sacos, fue el cierre a la parte más lúdica y el preámbulo a los días más duros e intensos, que tienen que ver propiamente con el plan de AEPAE para generar una confianza que nuestros alumnos nunca habían tenido previamente, o que habían perdido por el tormento del acoso escolar sufrido. Puede parecer que una semana es poco para lograr un objetivo tan relevante, pero con una convivencia total y el trabajo completo realizado por las diferentes áreas de AEPAE (autodefensa, teatro corporal y psico-asertividad) siempre lo conseguimos. Requiere esfuerzo físico, mental y anímico por parte de todos los monitores, que somos profesionales preparados y con experiencia para solventar cualquier problema o conflicto que aparezca en el día a día de esta semana terapéutica.
Por la mañana, tras el desayuno, el equipo de «Perros Pastores» nos enseñó a realizar algunos nudos y, gracias a este ejercicio, a confiar unos en otros, creando nuestros propios arneses con cuerdas, para sostenernos en un simulacro de rápel desde la barandilla de la terraza. Una actividad de responsabilidad y cooperación entre los alumnos, ya que tenían que ir ayudándose para no caer sobre las colchonetas. Bajo la supervisión de estos profesionales fue un ejercicio muy satisfactorio. Después nos mostraron otra forma muy curiosa de generar fuego, utilizando el azúcar como combustible; dando paso a la entrega de sus propios diplomas y acreditando a nuestros alumnos como auténticos “pequeños supervivientes”. A partir de ahora, únicamente el equipo de monitores de AEPAE los acompañaremos en su proceso de superación del acoso escolar.
El trabajo de AEPAE comenzó con teatro corporal, aprendiendo a caminar por un espacio libre pero rodeados de otras personas (como en la vida real), con el cuerpo recto, la mirada al frente y el paso firme; y les mostraros las tres actitudes más habituales en la vida real: agresiva, pasiva y asertiva (con la que trabajaremos el resto de la semana). En la RAE, la asertividad viene definida como una cualidad del individuo: «Que expresa su opinión de manera firme y con seguridad, respetando las ideas de los demás». Tras dicho ejercicio aprovechamos para revisar sus voces, tan importantes para enviar mensajes claros y contundentes a los acosadores. Los compañeros de teatro trabajaron su tono, volumen y dirección de la voz, utilizando una pelota de tenis para facilitar la tarea.
Inmediatamente después comenzó la autodefensa, momento en el que les explicamos el círculo de confianza y la actitud asertiva que deben tener para defenderse, utilizando como ejemplo el animal de nuestro logo: el erizo. Un erizo es tranquilo, no se mete con nadie ni ataca sin razón, pero saca las púas y las utiliza si tiene que defenderse de cualquier depredador que quiera atacarle. Desde la creación de AEPAE nos ha parecido una comparación muy potente y visual para poder explicar la actitud asertiva, sobre todo a los más pequeños.
Tras una mañana tan intensa llegó el tiempo de comida, de descanso, de ocio y de piscina. Incluir la piscina en nuestra semana de campamento es todo un acierto, porque nos sirve para cambiar las actividades y para que todos nos refresquemos, durante una hora, del calor sofocante del verano.
Por la tarde hoy no tuvimos el taller habitual realizado por algún profesional ajeno a AEPAE pero comprometido contra el acoso escolar, ya que necesitábamos esas horas para seguir avanzando en nuestra metodología de trabajo. Tocó el turno a la primera aproximación al ciberacoso escolar que -por desgracia- cada año está más integrado en el proceso del acoso escolar clásico, generando en los menores una sensación de inseguridad ya no solo en el tiempo que están en el colegio sino en cualquier momento del día (y los fines de semana) en el que los alumnos estén conectados online a redes sociales y chats.
Antes de la merienda realizamos una actividad llamada «Yo soy de…», que dirigió nuestro compañero Jorge Quesada, de teatro corporal. Los alumnos tienen que responder a una serie de preguntas personales, del tipo: “¿Cuál es tu comida favorita?”, con todo lujo de detalles, y luego tienen que componer un perfil personal con algunas de esas respuestas, a modo de poema, para compartir con los demás. Una manera sencilla y creativa de empatizar entre ellos, y también de ofrecernos pistas a los monitores para conocerlos más.
Tras la merienda tuvimos la asamblea, que es ese espacio diario donde comentamos lo que ha sucedido durante el día, y en el que monitores y alumnos formamos un único equipo para tratar de resolver conflictos que hayan quedado enquistados, valorar el trabajo realizado (tanto en equipo como de manera individual) y comprobar el respeto a las normas establecidas entre todos. Comentaré que fue una asamblea difícil, ya que la convivencia entre varios alumnos no estaba siendo correcta, y teníamos que reconducirla por el bien del grupo y para mantener el espacio seguro.
Llegó el momento de la ducha, un ratito de descanso, ordenar las habitaciones y la cena. Comidas y cenas en las que notábamos -como otros años- que los niños y adolescentes cada vez están más consentidos con lo que comen, rechazando platos saludables por falta de “gusto” o de “costumbre” en sus casas. Mi recomendación para los padres es que enseñen a sus hijos a comer de todo, a no quejarse por la comida y a que entienda el valor que tiene poder disponer de un plato en la mesa -el que sea- varias veces al día. Un privilegio en el mundo actual.
La velada de hoy es una de las más bonitas de la semana, porque está llena de magia. Un año más nos acompañó el entrañable mago Óscar, deleitando a alumnos y monitores con trucos asombrosos de cartas, cuerdas, pañuelos y más; un espectáculo intercalado con chistes divertidos y sanos, haciendo participar a todos los alumnos en alguna parte de la velada, para que se sientan protagonistas individuales y líderes grupales positivos. ¡Gracias Óscar! Siempre te estaremos agradecidos por la magia que aportas a AEPAE.
Ya solo falta irse a dormir, algo que en los primeros días está siendo problemático (pero que terminará arreglándose), ya que a algunos alumnos les gusta llamar a las puertas de los demás y jugar por las noches, perturbando el sueño de todos y forzándonos a los monitores a ser “vigilantes nocturnos”, lo que nos genera un trabajo extra, que se suma al de las evaluaciones individuales y grupales que hacemos cada noche.
Hay alumnos que no saben aún canalizar las emociones y la energía hacia actividades más útiles, menos lúdicas y, sobre todo, más respetuosas con los compañeros del campamento.
Rubén Daniel Gil Uceda
Área de Autodefensa de AEPAE