Se nota que llevamos seis días consecutivos de trabajo y emociones intensas, con apenas tiempo suficiente para descansar y reponer energías de un día para otro. No obstante, eso no ha sido un problema para despertarnos a tiempo, con la mejor energía y motivación para hacer frente a las actividades del día. Si bien cuesta abrir los ojos, y a veces hace falta insistir un poco más, estamos a tope de ganas y expectativa ante lo que nos espera en esta jornada.
Empieza el calentamiento. Ejercicios de intensidad progresiva, ajustados al proceso y cualidades de cada joven, sin caer en la condescendencia que nos impida superar a diario nuestros propios límites. Los primeros días se quejaban muchísimo de tener que empezar el día haciendo ejercicio, poniendo en evidencia el carácter sedentario de nuestra cultura y nuestras familias, pero con el paso del tiempo asumen el desafío y van superando sus propias barreras, reconociendo en voz alta los beneficios de la actividad física y comprometiéndose a seguir con el entrenamiento una vez de vuelta en casa.
Todo listo para entrar en materia. Repasamos con agilidad los conceptos trabajados durante la semana en las tres áreas. En una franja relativamente corta de tiempo, el equipo educativo hace una selección de los aspectos más relevantes, de los conceptos y contenidos más importantes a partir de su experiencia en campamentos pasados, y en función del momento que está a punto de llegar, uno de los eventos más mencionados por el equipo a lo largo de la semana, entendido como una toma de datos que nos permite identificar en qué parte del proceso se encuentra cada joven: El “Estrés Test”.
Llevamos toda la semana escuchando acerca del “examen”, ese momento donde pondremos a prueba algunas de las habilidades que estamos descubriendo esta semana en el campamento, bajo circunstancias especiales de estrés físico y psicológico. Pues bien, ese momento está delante de nuestros ojos, y se puede sentir la tensión en el ambiente.
Una a una, las personas que integran el grupo pasan delante, a la vista de todas las demás, y en medio de condiciones hostiles -intencionadas y seguras- se enfrentan a sus miedos más intensos, ponen en práctica sus habilidades y desarrollan una comprensión dinámica de la situación, que les permite ir más allá de fórmulas preestablecidas hacia una aproximación realista y funcional a la resolución de sus conflictos. A partir de esta actividad reconstruimos las experiencias de trauma de cada joven, para resignificar su historia y sentar las bases de otros futuros posibles.
El grupo alrededor guarda silencio, respira, anima y acompaña la puesta en escena de cada participante. La fuerza grupal que hemos construido durante esta semana es un refugio que nos apoya cuando pasamos delante, nos recuerda que no estamos solas, y que lo que nos pasa no es tan único, ni tan inabarcable. En esta prueba aprendemos qué dosis adecuadas de asertividad y contundencia bastan para entender que no somos víctimas. Nunca más.
La actividad concluye con una sensación aplastante de éxito y satisfacción por los resultados observados. Sin embargo, somos conscientes que el trabajo en el campamento continua durante unas horas más, y que el verdadero examen será encontrarnos con la vida que conocemos después de haber vivido esta experiencia.
Es el último día de actividades regulares del campamento, lo que también incluye la piscina. ¡Hoy tuvimos la sorpresa de compartir el agua fresquita con aquellas personas que no se animaron a entrar durante toda la semana! Unos cuantos juegos de agua en grupo para ir dando cuenta de esta experiencia que se acerca a su final, y que habría sido una cocción lenta, insoportable para la mayoría, de no haber sido por el chapuzón fresquito diario.
Volvemos a casa y nos esperan la merienda y la actividad de la tarde. Hemos hecho un taller muy relevante e interactivo sobre Ciberacoso escolar con Olga Mampel, una profesional experta que vino a compartir su trabajo. Durante un par de horas estuvimos aprendiendo mucho sobre el tema, compartiendo nuestras experiencias personales y analizando casos para dar una lectura más práctica y fácil de aplicar a situaciones cotidianas. Al final hicimos un juego de mesa que nos costó un poco entender, pero estaba súper entretenido, y fue una forma muy acertada de integrar algunos de los aprendizajes explorados en la sesión.
Cae la tarde y es momento de la última asamblea del campamento. El ánimo colectivo es optimista y festivo, por el excelente trabajo sostenido durante la jornada y la sensación compartida de logro y superación que nos invade después de una semana de absoluta dedicación a nuestros objetivos. La valoración grupal es consecuente con esta atmósfera, nuestro jardín se llena de flores verdes, dando cuenta de lo bien que nos sentimos con respecto a nuestro trabajo del día de hoy. Cada joven está en capacidad de describir y argumentar la calidad de su trabajo y el del grupo, de hacer valoraciones realistas y constructivas que aportan al proceso, manifestando un entendimiento práctico de la función y alcances de la asamblea como un modelo horizontal para la organización colectiva y la toma de decisiones.
Cenamos muy sabroso, aunque rápido, y nos vamos a la ducha, ¡que la fiesta está a punto de comenzar! Hoy tienen lugar los eventos más renombrados a lo largo de la semana, y la fiesta de la Diversidad es el segundo de ellos.
Nos juntamos en la terraza interior del Nido de las Mariposas, con nuestro mejor outfit y una selección musical cuidadosa creada previamente con las preferencias del grupo. Compartimos bebidas con sabor a frutas, con o sin burbujas, aperitivos, snacks y frutos secos que junto a la música nos ayudan a entrar en ambiente. Al principio alguna persona o grupillo se anima a bailar, y poco a poco el resto se va animando a sacar a la luz sus pasos prohibidos. En relativamente poco tiempo conseguimos entrar en calor y compartir de un momento festivo y muy divertido, bailamos y cantamos a viva voz, dejando a un lado el miedo a hacer el ridículo, más bien reconociendo el valor de hacer el ridículo juntas.
Es el momento perfecto para abrir la “caja de las cosas bonitas” de AEPAE, y comunicar al grupo todo lo bueno que sentimos y pensamos sobre las demás, aprovechando este espacio para el reforzamiento emocional y el reconocimiento entre iguales. Hubo quien hizo regalos para el grupo y aprovechó este espacio para entregarlos, y también recibimos regalos, en forma de muñecas, de Monster High. La noche acaba con una ráfaga intensa de baile, unas cuantas canciones, perreo y ritmos urbanos marcan la tendencia entre las preferencias musicales del grupo, al menos en lo que respecta a ir de fiesta y mover el esqueleto. Compartimos un momento muy agradable y desenfadado a través de la risa, la música y el movimiento, lenguajes universales que nos mantienen vivas, saludables y conectadas con nuestro propósito vital.
Pasada la medianoche nos vamos a dormir, realmente cansadas, saboreando aún la sensación de fiesta y de estar alcanzando la cima de nuestra pequeña montaña. Al final va a ser que sí que estamos «Generando Confianza».
Iván Pérez Manzanares
Área de Psicoasertividad de AEPAE