Nuestro tercer día de campamento estuvo enfocado al miedo, esa emoción que nos acompaña durante toda nuestra vida y que a veces nos hace sentir angustia e inseguridad impidiéndonos avanzar y salir de la zona de confort. Pero el miedo no es más que un viejo conocido que aparece cuando hemos vivido una mala experiencia o desconocemos algo.
Es entonces cuando emerge y nos provoca sensaciones incómodas que llegan a bloquearnos y a dejarnos incluso en un estado de pasividad o llevarnos al pánico, pero como toda emoción, el miedo se puede gestionar, no sin reconocer que es difícil, pero puedo ponerme frente a él y decirle: “¡Basta ya!”
Y eso, es lo que hicieron nuestro grupo de niñ@s en el campamento cuando el miércoles por la mañana se levantaron, notando ya los primeros efectos del cansancio mental y físico, y decidieron seguir avanzando fuera de su zona de confort enfrentando sus miedos.
Un buen desayuno y salimos a hacer nuestra sesión mañanera de crossfit. Ya se van notando algunos cambios y empiezan a no rendirse ante el agobio y la fatiga. Durante la parte de respiración asimilan e integran lo que son capaces de hacer, y con esa vuelta a la calma, entran en la sesión de psicoasertividad con la monitora Alba, con quien hablan sobre el miedo y quien les propone hacer un escudo a través de de la arteterapia, que les servirá para rechazarle y hablar de qué y cómo les protege.
Poco a poco se van haciendo más valientes y lo sentimos cuando en la autodefensa empiezan a responder al miedo y a no quedarse quietos cuando este aparece, enfrentándole y diciendo: “¡Deja de molestarme!”.
Por último, en la sesión de teatro con Pacheco, Jorge y Goyo a través de un trabajo de máscaras empezaron a reconocer las formas que tomaba este, y a identificar la postura corporal del cuerpo cuando este se presentaba.
Tras comer unos deliciosos sándwiches e hidratarnos bien les llevamos a un parque de tirolinas en el que tod@s se tendrían que montar. Algun@s empezaron a sentir los nervios típicos del peligro y hubo algunos bloqueos durante la actividad, pero con unos cuantos ánimos y recordándoles que confiasen consiguieron dar un paso y superar el miedo que da la sensación de caer. ¡Incluso algunos se atrevieron con los circuitos más difíciles o a hacer de Tarzán!
Y es que de eso se trata, de confiar y atreverse, de acompañarles y hacerles ver que pueden superarlo y que quedarse en el sitio no es una opción en las tirolinas si quieren avanzar, igual que no es una opción quedarse callado si me maltratan, y si aparece el miedo, reconocerle y gestionarle para defenderme.
Finalmente, después de un día agotador, llamaron a sus padres y madres emocionados para contarles todo lo que habían hecho, después recogimos en la asamblea todo lo que había pasado durante el día y tiempo libre hasta que nos fuimos a dormir para continuar con fuerzas el siguiente día.
Antonio Holgado Amigo
Área de Autodefensa de AEPAE