Y llegó el último día. La levantada fue con una canción de amistad, acorde con las emociones de la última noche, en la que realizamos la fiesta de despedida. Una fiesta emotiva en la que conmemoramos el habernos conocido, pero también con la melancolía de una despedida inminente.

AEPAE - Campamento "Generando confianza" - Happiness
AEPAE - Campamento "Generando confianza" - Happiness
AEPAE - Campamento "Generando confianza" - Happiness

Después del desayuno, pasamos Antonio y yo a realizar la sesión de calistenia y animal flow, con una sesión motivadora sobre la necesidad de que incorporen el ejercicio físico a su vida diaria. Que entendiesen que la competencia física es necesaria y que el mens sana in corpore sano no es solo una frase hecha sino un entrenamiento integral en nuestra esencia como seres humanos. El alcanzar nuestra mejor versión. El no ponernos límites y sentirnos capaces de cualquier cosa, por difícil que nos parezca. Y menudo cambio en una semana. Ya eran conscientes de que con voluntad y constancia la mejoría era evidente.

Terminada la sesión de preparación física, comenzamos los ejercicios de autodefensa, entrenando técnicas más personales, situaciones complicadas que querían aprender, más allá del trabajo común de la semana. Nos contaron algunas agresiones y les dimos respuesta para que supiesen como enfrentarlas en el futuro. Finalizada la sesión, un breve descanso antes de comer.

Comenzaron a llegar las familias, y se fueron acomodando en el patio exterior para la breve charla que daríamos Verónica, la psicóloga, Goyo como director del área de Teatro Corporal y yo mismo como presidente de AEPAE. Les comentamos cómo había ido la semana, intensa y emotiva, y les trasladamos la necesidad de mantener nuestras enseñanzas vivas, que motivasen y acompañasen en el proceso a sus hijos e hijas y que estaríamos ahí para ayudarles en lo que necesitasen.

Terminada la charla, comenzamos a mostrarle los vídeos del examen en role playing que habíamos realizado el día anterior. Reprodujimos las situaciones de agresión verbal y física que habían sufrido, para que las afrontasen con las herramientas que habían aprendido durante la semana. Los padres y las madres se emocionaron al ver como sus hijos e hijas se enfrentaban al maltrato, con la sorpresa de verlos por primera vez enfrentándolo con firmeza y valentía. Felices de ver como estaban superando la indefensión aprendida que provoca el acoso escolar.

Para finalizar el campamento, realizamos la entrega de diplomas, con una ceremonia en la que cada persona, decía unas palabras. Cómo había sido la experiencia del campamento, qué habían aprendido y qué se llevaban consigo en lo físico y en lo emocional. Bonitas palabras y algunas lágrimas de emoción ante la certeza de que se les abría una nueva etapa en sus vidas.

Sería muy largo relatar cada comentario y cada experiencia, pero lo que creo que mejor define lo que aconteció durante esta semana inolvidable, es el proceso de M., una adolescente de 14 años. Había sufrido un acoso terrible durante varios años y estaba bajo tratamiento psiquiátrico. Los primeros días no quería intervenir en las actividades y quería marcharse a su casa, mostrándose agresiva en algunos momentos y en otros encerrada en su propia y atormentada realidad. Fuimos manejando las situaciones y aprendimos que el dibujar le relajaba, y que además tenía una especial habilidad para ello. El tercer día se puso nerviosa y subió súbitamente las escaleras de la casa diciendo que quería suicidarse. Ana y Jorge subieron rápidamente e intentaron calmarla, pero ella estaba gritando y diciendo que la dejáramos en paz que no quería vivir. Subí por las escaleras para prestar ayuda y me quedé en el lugar de Ana ya que otra chica adolescente necesitaba hablar con ella con urgencia. Fue un día intenso sí, pero lo que aconteció después me emociona solo de recordarlo. M. estaba tumbada en el suelo y Jorge y yo de rodillas junto a ella intentando calmarla. Mi mano apoyada en su cabeza ya que hacía intentos por autolesionarse contra el suelo y Jorge con su mano apoyada en su abdomen para que sintiese su respiración y se calmase. M. comenzó a gritar diciendo que se odiaba a sí misma y que era un desastre y que nadie la quería. “por qué nadie me quiere!!!, por qué!! por qué!!”, en ese momento le dije: “yo te quiero y Jorge también te quiere y aquí todos te queremos”. Se lo repetimos varias veces y de pronto se calmo y se levantó súbitamente y exclamó con desesperación: “necesito un abrazo, necesito un abrazo…” Jorge y yo la abrazamos emocionados y M. nos abrazó muy fuerte, como un náufrago se abraza a un salvavidas. Notamos como su respiración agitada se iba acompasando con la nuestra y se iba tranquilizando. Se separó lentamente y nos dijo: “quiero dibujar”. La acompañamos al salón y le dimos los materiales que más le gustaban: folios y un pack de rotuladores especiales de múltiples colores. Y comenzó a dibujar sin pausa, con soltura y con atención plena. A su dibujo -que aquí les muestro-, le tituló happiness. Dicen que lo contrario del amor es el odio, pero es el miedo. M. se había sentido querida y ya no tenía miedo. Aquí comenzó su happiness, al igual que la del resto de compañeros y compañeras del campamento, con su propia realidad, con su propio proceso de sufrimiento y ahora con la esperanza de encontrarse con un mundo mejor, en el que más que tolerar la diversidad, hay que celebrarla porque ya saben que son personas únicas y especiales, que merecen todo el amor del mundo.

Esto fue el campamento «Generando Confianza» 2020, y esto es AEPAE.

Enrique Pérez-Carrillo de la Cueva
Presidente de AEPAE

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