Y llegamos al tercer día, muy importante, ya que el hilo conductor sería la superación de los miedos.
Comenzó la jornada con la sesión de cross-fit en la que la mayoría ya estaban comenzando a salir de su zona de confort. Estaban entendiendo que hay que luchar y esforzarse para crecer y mejorar su confianza y su autoestima. Que no hay que rendirse nunca.
Después de un breve descanso y refrigerio, pasamos a la sesión de Teatro Corporal y la autodefensa y ya comenzamos a percibir ligeros cambios de actitud. De una actitud inhibida habían pasado ya, a una actitud más segura, más asertiva. Las personas en las que percibimos frustación y rabia, realizaron un ejercicio de empuje de palos, en el que consiguieron sacar su rabia contenida. Gritos y lágrimas. Una catarsis liberadora y muy emotiva, finalizada con abrazos y apego seguro.
La segunda parte de la mañana consistía en un circuito de multiaventura, con escalada y tirolinas. Una manera excelente de superar los miedos. Algunos no querían realizar la actividad, pero les convencimos de que era necesario. De que era una buena oportunidad de vencer sus miedos y salir fortalecidos. Que no tenían que preocuparse, que estaríamos a su lado en todo el recorrido. Bajo un calor sofocante y con muchas botellas de agua como ayuda, comenzaron el recorrido: pasarelas, redes, troncos inestables y tirolinas. Una de las niñas se bloqueó y quería bajarse, comenzando a sollozar. La apoyamos en todo momento y consiguió finalizar el recorrido. Otros dos niños no se atrevían a hacer la tirolina. Les animamos y les dijimos que después de todo el esfuerzo realizado, no podían rendirse en la última etapa. Vencieron su miedo y se tiraron varias veces por la tirolina, diciendo uno de ellos orgulloso: “He vencido mi miedo”.
Después de mojarse con la manguera, nos fuimos a comer. Tras la comida, descanso y piscina, para comenzar las actividades vespertinas. Realizamos la segunda jornada del taller de equinoterapia, esta vez para los más pequeños. Fue muy bonito ver sus caras al acariciar y cepillar a la yegua, y vencer sus miedos a montarla. Y, como epilogo de la actividad, recibieron los mensajes bonitos del resto del grupo.
Llegó la hora de cenar y después la asamblea, que se prolongó más de la cuenta, ya que surgió un conflicto en la convivencia, que había que debatir. Lo gestionaron muy bien y nos fuimos a dormir.
Enrique Pérez-Carrillo de la Cueva
Presidente de AEPAE