Seguro que he conseguido captar vuestra atención con el titular. De lo contrario este suceso pasaría desapercibido. La sociedad esta anestesiada y normaliza situaciones de maltrato por el mero hecho de ocurrir en el ámbito educativo. Como si ese territorio fuese ajeno a la realidad. Como si los niños, niñas y adolescentes no pudiesen sufrir tanto daño que les destroce la vida para siempre.
Sergi es otro caso más, como el de Izan o Seray, hace pocas semanas. Víctimas de maltrato reiterado, abandonados por el sistema y cuya única salida es el suicidio. Pero el caso de Sergi tiene una especial relevancia por su gravedad e hipocresía. Todo proceso de acoso escolar es sumatorio e incremental. De insultarle y decirle “retrasado autista” a quitarle el bocadillo, exigirle dinero y videojuegos o golpearle. De ahí a agresiones sexuales, intentos de penetración u obligarle a realizar felaciones. Así lo relata la madre de Sergi. Todo ello dentro del centro educativo, en un espacio al que denominan “la pradera”, en el colegio Verge del Roser en Varillana, Barcelona.
Quiero recordarles sucesos recientes que seguro ustedes, queridos lectores, recordaran. ¿Qué repercusión tendrían estos sucesos de ocurrir en un barrio de Madrid, por ejemplo, a un joven de 21 años? Los medios de comunicación hablarían de ello durante semanas, y se ideologizaría el suceso calificando a nuestra sociedad como homófoba, incluso tras descubrirse que todo fue inventado por el joven.
¿Cuánto se ha hablado del suceso del colegio mayor y de las voces y cánticos machistas? Son execrables, sí, e impropios de una sociedad civilizada. Pero ¿cuánta atención mediática han tenido? y ¿cuánto se ha ideologizado este suceso?
El caso de Sergi ocurrió hace 4 años y pasó desapercibido. Sergi y su familia han tenido que esperar cuatro años de luchas y batallas legales hasta judicializar el proceso. Años de ansiedad, depresión, intentos de suicidio y estrés postraumático. La piel muy fina para unos casos y muy gruesa e impermeable para otros.
El acoso escolar se inicia cuando se pone en el foco del grupo a cualquier niño o niña y se le maltrata. Si ese maltrato se reitera tres o más veces es acoso escolar: ya no es puntual, no es casual y comienza a ser sistemático hacia el mismo niño o niña. Las circunstancias por la que se le pone en el foco son la singularidad: color de la piel, diversidad de género, de clase social, biotipos no normativos o diversidad funcional. Pero también está la oportunidad: un suceso crítico que pone en el foco a un niño, niña o adolescente sin ninguna singularidad evidente. Después de haber asistido a más de 4.000 víctimas de acoso escolar en los últimos 15 años, tenemos un conocimiento muy preciso del problema y de la realidad.
Llevamos denunciando desde hace años que el acoso escolar no es un problema menor que se circunscribe al ámbito educativo. Es un problema mayor, un problema de derechos humanos, que tiene unas repercusiones terribles en la sociedad: se normaliza la violencia y se la considera rentable. Hay estudios que señalan que uno de cada cuatro acosadores reincidentes, acaban cometiendo un delito antes de los 21 años.
En muchos procesos de maltrato escolar reiterado se encuentra la xenofobia, la homofobia, la violencia de género o el no respeto a la diversidad funcional. De esos barros llegan -años después- estos lodos, y nos está explotando en la cara. Y los responsables políticos de un lado y de otro, sin enterarse. Poniendo parches y falseando la realidad, para no reconocer que el sistema es un fraude institucionalizado que deja en absoluta indefensión a las víctimas y a sus familias.
Quiero recalcar una realidad que tenemos que valorar y que espero haga reflexionar a las autoridades educativas. El sistema educativo español es obligatorio desde los 3 años hasta los 16 años. Si durante ese periodo un menor: niña, niño o adolescente sufre maltrato escolar reiterado y este deja secuelas físicas, emocionales o psicológicas, el estado es responsable civil subsidiario de estos daños. Lo contrario sería condenar al infierno a las víctimas sin protegerlas.
Desde AEPAE reclamamos una ley específica contra el acoso escolar y un Plan Nacional para la Prevención del Acoso Escolar articulando recursos para ello. Nos ponemos a disposición de las autoridades educativas para atajar este problema que afecta a tres millones de niños, niñas y adolescentes en España, y es la principal causa de suicidio entre los menores. AEPAE dispone de soluciones realistas, prácticas y operativas, después de intervenir con 30.000 escolares y haber reducido la incidencia general en un 50% y en un 95% en víctimas severas.
El acoso escolar mata. ¿Algún responsable educativo con la valentía de afrontarlo? Sigamos lamentándolo o pongámonos a trabajar.
Enrique Pérez-Carrillo de la Cueva
Presidente de AEPAE