Tras el desayuno partimos al parque de cuerdas “Las Cabezuelas” en Navaluenga, donde pasaríamos la primera parte de la mañana. Una buena manera de perder el miedo a la caída, a vencer los miedos, a confiar en uno mismo y en los compañeros.

AEPAE - Campamento "Generando confianza"
AEPAE - Campamento "Generando confianza"

Las explicaciones de la monitora del parque, sobre las normas básicas de seguridad, dieron paso al inicio de los circuitos separados por edades y altura. Los más pequeños al circuito infantil y los más mayores al circuito de mayor dificultad. Algunos de los monitores (Antonio, Miguel y Rubén) se subieron con los niños, y otros (Pacheco, Juanlu, Ricardo y yo) nos quedamos abajo controlando la actividad. Algunos miedos e inseguridades surgieron, pero fueron superados con valentía.

Como nada pasa por casualidad, ocurrió una situación inesperada. Iris, de 10 años, se quedó suspendida en el aire al no haber podido llegar al otro extremo de una tirolina. Le faltaban pocos metros para acceder a la plataforma. Desde abajo la tranquilizamos y le dijimos lo que tenía que hacer para llegar. Lo intentó varios minutos, pero ya empezaba a estar cansada. Le dijimos que apoyase todo el peso en el arnés y que descansase. Que estuviese tranquila, que no pasaba nada y que estaba siendo muy valiente. Ya habían pasado quince minutos. Conseguimos lanzarle una cuerda  y tiramos de ella hasta la plataforma. Iris lo consiguió. Empezamos a aplaudirla y a decirle que había sido muy valiente. Un problema se había convertido en una oportunidad de crecimiento. Más aún cuando Iris nos había transmitido anteriormente que su miedo más importante era precisamente caerse y su principal reto: atreverse a escalar y a tirarse por las tirolinas. Cuando bajó del circuito, todos los monitores le dimos un abrazo.

AEPAE - Campamento "Generando confianza"
AEPAE - Campamento "Generando confianza"

Finalizada la actividad, comimos de picnic en el mismo parque, al que ya había llegado Juanlu, que nos estuvo apoyando toda la mañana y que impartiría el taller de educación ambiental. Juanlu es de esas personas que disfrutan con su trabajo y transmiten pasión en lo que hacen. Enseguida consiguió empatizar con los niños y las niñas y captar su atención. Trajo consigo un baúl de curiosidades repleto de sorpresas: garras de buitre, águila y cigüeña, cráneos de jabalí, lobo y buitre, plumas, picos de aves, tibias y egagrópilas. Los asistentes pudieron verlo y tocarlo todo, a la vez que Juanlu iba explicando características, curiosidades y anécdotas de cada animal. El hilo conductor era el respeto a la naturaleza y a la biodiversidad. Un taller educativo y divertido a partes iguales que despertó la curiosidad de todos y todas. Descubrieron que esos animales e insectos, no solo viven en la pantalla del ordenador o de su teléfono móvil.

Volvimos al campamento para merendar y para el taller de tiro con arco, en el que trabajarían la concentración y la paciencia. Fueron conscientes de la importancia de ambas cualidades y todos consiguieron clavar varias flechas en la diana.

Tras el taller, disfrutaron de una hora de descanso y llamadas a los padres y las madres antes de pasar al comedor para la cena. Y después una velada especial. La última velada nocturna. Marchamos con los compañeros de otro campamento y caminamos con nuestras linternas hacia el río. Una vez allí apagamos luces y disfrutamos de los juegos y malabares con fuego con Guillermo, monitor del otro campamento. Escuchamos la historia japonesa de Elsa, y los monitores de ambos campamentos nos dedicamos unas palabras de agradecimiento y comentamos lo que hemos aprendido los unos de los otros. Volvimos al albergue y disfrutamos todos juntos de una pequeña fiesta con música y bailes. Una velada inolvidable.

Enrique Pérez-Carrillo de la Cueva
Presidente de AEPAE

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