SINOPSIS:

Esta película de animación japonesa está protagonizada por un grupo de estudiantes de primaria que se ve alterado por una nueva estudiante, que es sorda y sufre acoso escolar por parte de varios de sus compañeros. Narrará parte de sus vidas también en el instituto centrándose, sobre todo, en la víctima y en su acosador. Ambos -y el resto de los alumnos protagonistas- van evolucionando, cambiando sus sentimientos y valores a medida que van creciendo​; e intentando solucionar los problemas del pasado, cada uno a su modo y en la medida de sus habilidades y conocimientos.

Cine sobre acoso escolar: «A Silent Voice»

Sobre el acoso escolar (contiene partes relevantes de la película):

La película, de algo más de 2 horas de duración, recorre muchas situaciones relacionadas con el acoso escolar, desde el comportamiento sutil de ignorar a otro alumno, hasta maltratos físicos o pérdidas económicas. Conviene estar muy atentos durante todo el metraje porque se pueden descubrir multitud de facetas y situaciones en las que validar y comprender qué es el acoso escolar y cómo afecta.

En este caso, la principal víctima -aunque no la única- es una alumna que llega nueva a un colegio y que, además de ser la nueva, tiene un problema sensorial: es sorda. No es muda, pero su forma de comunicarse con palabras es complicada, y por ello prefiere el lenguaje de signos o una libreta donde apuntar lo que quiere transmitir en su entorno. Un entorno -su aula- que pasa por varios momentos, desde la curiosidad al intento de ayudarla, pero también desde la incomprensión al acoso escolar.

Quienes protagonizan el bullying son estudiantes normales y corrientes, que no comprenden la manera de relacionarse con una persona con discapacidad y, lejos de tratar de entender a su nueva compañera, prefieren dejarla fuera del grupo o atacarla frontalmente.

Para la mayoría es un esfuerzo que no vale la pena, lo que dice mucho del egoísmo que nos domina en este tiempo, donde lo que no nos aporta un beneficio rápido y sencillo tendemos a dejarlo de lado. Se ve también muy claramente en la figura del profesor, no solo en los compañeros, un hombre frustrado que se despreocupa por sus alumnos.

El acosador protagonista -varios años después- está corroído por la culpa, y trata de redimir su comportamiento, acercándose de nuevo a su víctima. Esta, a su vez, tiene complejo de irrelevancia, no se da valor a sí misma, no se reconoce su propia dignidad. Los dos, dada la situación, se aproximan peligrosamente a la idea del suicidio (que por desgracia se hace realidad en las ocasiones más nefastas). Ambos comienzan un proceso de aprendizaje para sanar sus heridas, que no es una tarea sencilla, pero sí necesaria; e indirectamente integran al entorno actual, y al original, en ese camino.

También podría destacarse el recurso del director de poner una X en las caras del entorno del acosador, para indicar que no tiene valor de mirar a los ojos a su entorno, por la vergüenza de haber hecho daño a una persona buena y noble, a la que en el fondo apreciaba. Una idea muy interesante que nos da a entender que nuestro comportamiento con los demás también genera consecuencias en nosotros mismos, para bien -cuando se van cayendo las aspas de las caras- como para mal -cuando vuelven a aparecer-.

El resto del grupo de alumnos, tanto del colegio como del instituto, despliegan un interesante abanico de comportamientos ante víctima y agresor. A veces de un lado, a veces del otro, a veces solo observando, a veces tomando partido, a veces demostrando cobardía, y otras demostrando valor.

Las familias de ambos protagonistas también tienen un peso relevante en la trama. En este caso vemos que las madres tratan de ayudar y proteger a sus hijos (de los padres no sabemos nada) de la mejor forma que saben, que en algunos casos tampoco es la más adecuada. Destaca el papel de la hermana de la víctima, que no es sorda, y desarrolla un instinto de protección hacia su hermana mayor.

«Disfruté de una gran película. Emocionante y original. Dura a veces y esperanzadora otras. La vida de un grupo de adolescentes que arrastran un conflicto desde la niñez. Una película de anime maravillosa que ha sido premiada por la academia de cine japonesa. A Silent Voice nos enseña que las heridas del pasado pueden curarse con el corazón y que no hay error que no se pueda corregir si hay voluntad sincera para hacerlo. Que la vida es un camino que merece la pena recorrer a pesar de las dificultades. Un camino del que podemos aprender, para llegar a nuestro destino.»

 

Enrique Pérez-Carrillo de la Cueva, presidente de AEPAE

Rubén Gil Uceda
Área de Autodefensa de AEPAE

Ir al contenido