Artículo escrito en «Diari de Barcelona» en catalán en el original que, para su difusión masiva en toda España -ya que es un problema que sufre toda la Nación-, traducimos al español con Google, disculpad los errores.
España ocupa el primer puesto mundial en acoso y ciberacoso con más de 300.000 casos anuales. Las personas que sufren acoso y ciberacoso escolar pueden llegar a desarrollar «ansiedad, depresión, aislamiento social e incluso tener pensamientos suicidas».
El 10 de octubre de 2012, hace justo 12 años, Amanda Todd, una estudiante canadiense de 15 años, se suicidó después de pasar casi tres años en depresión a causa del ciberacoso y las agresiones que recibió en la escuela. En la Unión Europea, el suicidio sigue siendo la primera causa de muerte en adolescentes, y muchos expertos apuntan al acoso escolar como una de las principales causas. Según el último informe de Bullying Sin Fronteras de mayo de 2024, España ocupa el primer puesto mundial en acoso y ciberacoso con más de 300.000 casos anuales, y las redes sociales suponen un peligro cada vez mayor al multiplicar el alcance de los ataques y entrar en los hogares. En el día mundial de la salud mental, nos adentramos en la dureza de las consecuencias de este acoso, pero también en sus posibles soluciones.
Tal y como advierte Jorge Rendón, director del área de ciberacoso de la Asociación Española para la Prevención del Acoso Escolar (AEPAE), el acoso y el ciberacoso escolar —casi siempre relacionados— afectan al «desarrollo emocional de los jóvenes» y las personas que lo padecen pueden desarrollar «ansiedad, depresión, aislamiento social e incluso tener pensamientos suicidas». Numerosos estudios y psicólogos avalan también las consecuencias de estos comportamientos en la salud mental de los adolescentes, tanto en los agresores como en las víctimas, y señalan la falta de empatía e inacción de algunas autoridades y educadores, que no hacen más que agravar la situación.
En este sentido, Rendón alerta del incremento de los casos de ciberacoso, «especialmente después de la pandemia, cuando el uso de internet se disparó», y explica que estos comportamientos han cambiado hacia manifestaciones de violencia digital cada vez más agresivas con el paso del tiempo. «Ya no es un comentario desagradable», apunta, «sino también amenazas, publicación de información falsa o dañina, suplantación de identidad, exclusión digital, difusión de imágenes íntimas…».
La historia de Julia
Una de las muchas personas que sufrió esto último, justo durante la pandemia, fue Julia Belmonte. En 2020, con 14 años, Julia empezó a descubrir las redes sociales como Instagram y TikTok. Si bien es cada vez más común que a esta edad ya sean expertos en estas plataformas -aunque no tienen todavía la «madurez necesaria para gestionarlas», según Rendón-, la joven no había podido utilizarlas antes para estar en trámite de un juicio por acoso escolar que sufrió con 12 años.
Entonces, Julia vivía en Madrid, pero la situación se volvió extremadamente complicada y tuvo que mudarse a Málaga para huir de sus acosadores. «Venían cada día a la puerta de mi casa a buscarme para intimidarme y llegaron a agredirme con una llave en la nuca», detalla la chica mientras recuerda también la depresión y las secuelas que le provocó todo aquello. Cambiar de escuela es una de las opciones más recurrentes en casos de acoso, pero Laura Torrella, directora del Equipo SEER (entidad gestora de PDA Bullying), lamenta que sea en la gran mayoría de casos la víctima quien lo haga, porque lo considera una consecuencia «injusta» al suponer un «doble castigo» por el cambio de entorno.
Dos años más tarde, mientras todavía se estaba recuperando de estas consecuencias, recibió un mensaje de Instagram en el que un usuario la amenazó con atacarla -tanto a ella como a su familia- si la joven no le enviaba ciertas fotografías, y todas estas heridas se le abrieron de nuevo. Al final, después de que la cuenta le enviara a Julia la dirección de su propia casa y el nombre de sus padres, la joven sintió «mucho miedo» y accedió a enviarlas. Después de todo lo ocurrido en los años anteriores y con su poca experiencia en redes, sintió que las amenazas eran reales y que no tenía otra alternativa que enviar las fotos que había pedido si no quería volver a sufrir: «Esta persona me hundió y me hizo creer que era una mierda…», asegura, «no tenía una pistola en la cabeza, pero pensaba realmente que iba a dolerme».
Si bien las redes dejan un registro de todo esto, Jorge Rendón desarrolla que los agresores prefieren estos espacios digitales porque «experimentan una reducción de sus inhibiciones», «fomentan la sensación de impunidad» y «facilitan que el acoso sea más frecuente , nocivo, invasivo y constante». De acuerdo con la psicóloga Susana del Corral, este acoso es además la «modalidad de bullying que más duele» porque entra «en la intimidad de nuestras casas y desaparece el entorno seguro». Sobre este punto, Carmen Cabestany, presidenta de la Asociación No al Acoso Escolar (NACE), añade también la dificultad de detectarlo dado que «sólo lo saben los implicados y la propia víctima» y ésta, tal y como indica Torrella, no suele denunciarlo porque se suele sentir «culpable», «poco digna de ser amada» o simplemente ha «normalizado la situación».
Por suerte, los padres de Julia se dieron cuenta de algunos comportamientos extraños en su hija, que según comenta «dejó de comer» y «no quería estar con el teléfono», pero también «evitaba estar sola» para no volver a cometer intentos de suicidio, y fueron a denunciar las amenazas recibidas en la policía. Aunque la psicóloga Del Corral advierte que no es fácil distinguir esta «sintomatología» porque muchos padres la consideran dentro de los cambios típicos de la adolescencia, recomienda vigilar estos comportamientos y transformaciones en el carácter de los jóvenes porque podrían ser señales de alarma. La realidad es que muchos adolescentes no se animan a explicar lo que ocurre porque no tienen un entorno de confianza.
En este sentido, Rendón señala la importancia de construir un espacio en el que los jóvenes «puedan hablar sin ser juzgados». Julia, que ahora recomienda «avisar a la policía» si se sufren casos similares y anima a no rendirse nunca, encontró el apoyo en la asociación NACE, pero sobre todo en su familia, que siempre le ha ayudado y defendido , y en la música, su pasión. Y si bien las redes fueron un infierno que capturaron su salud mental durante años, ahora son un espacio en el que la joven cantante de 18 años se expresa libremente y difunde sus actuaciones.
Cabestany celebra la valentía de Julia, pero no se olvida de denunciar que todavía «quedan muchos niños atrapados en el túnel del maltrato esperando a alguien que les salve de esa tortura» y llama a la acción de los responsables y los profesionales para que puedan encontrar «la luz» que existe al final del túnel. «Padres y profesores deben actuar en defensa de los menores», apunta, «la actuación puede representar la diferencia entre la vida y la muerte, pero, en general, unos y otros tienen un gran desconocimiento del problema y, en veces, poca voluntad».
La presidenta de NACE critica también el trabajo de ciertos colegios que manipulan los informes por no «reconocer que tienen casos de acoso escolar» y asegura que el problema no podrá resolverse «hasta que no haya más conciencia, rigor y transparencia». Solo así podrían llevarse a cabo medidas preventivas y no debería acudirse al protocolo, que «siempre llega tarde» y muchas veces pretende que la víctima continúe yendo «al infierno porque así lo dice la ley «en lugar de quedarse en casa para recuperarse y «salir de esa rueda de hámster que les atormenta».
Proceso de actuación contra el acoso
Para Torrella, la violencia es algo integral en la sociedad y muchas veces los acosadores replican lo que ven. En este sentido, pueden suceder dinámicas de violencia relacionadas con el desarrollo de los jóvenes, y el acoso escolar puede darse en estos procesos de comprensión de las relaciones. Con el objetivo de reducir los casos de acoso escolar y esta violencia intrínseca, la plataforma PDA Bullying considera esencial trabajar el acoso siguiendo los siguientes pasos:
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