Soy yo el pupitre. Hoy he vuelto a ver a Jorge, Pablo y Martín burlarse y humillar a Emilio. La mayoría de la clase ríe, y otros miran como si no fuese con ellos. Emilio no entiende las bromas ni la ironía: tiene trastorno del espectro autista.

«Vamos a acojonar al bobo de Emilio» (Si los pupitres hablaran)

Su mirada es limpia y pura y no entiende de maldades ni violencias. Aletea a veces las manos sin ser consciente de ello, y se comunica a su manera: más despacio y a veces con un ritmo peculiar. Hace días que le veo más inquieto que de costumbre. Ya no solo se ríen de el y le preguntan entre risas si se masturba, sino que le asustan y le gritan, porque se han dado cuenta de que el ruido le aturde y le pone nervioso.

Le han empezado a dar collejas, a las que el no responde porque no entiende por qué lo hacen. La maldad no entra dentro de su código: no se enfada, ni huye, ni les tiene rencor. Le han dicho que le esperan en el baño para jugar con el y que va a ser muy divertido. Les he escuchado decir que le van a bajar los pantalones y le van a desatar los cordones. Se ha acabado el recreo y ya ha vuelto a clase. Tiene las manos mojadas y un arañazo en la cara. Su mirada está perdida, como si le costara encontrar su pupitre.

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